Con el correr del tiempo, en la iglesia estas dos palabras griegas (πρεσβυτερος [presbuteros] y επισκοπος [episkopos]), adquirieron distintos significados al aplicarse a cargos diferentes.
Al principio el "obispo" servía más o menos como presidente o primero entre sus iguales (hoy diríamos "primer anciano"), pero poco a poco asumió más y más autoridad sobre los que estaban junto con él en la administración de los asuntos de la iglesia local.
El término epískopos (επισκοπος [episkopos]), sirvió, pues, para designar a un "obispo" como el anciano presidente y finalmente, en los siglos II y III, como autoridad máxima en la iglesia.
Hoy se usa el título de "obispo monárquico" para referirse a ese tipo de autoridad eclesiástica.