Jacobo I también se opuso al pedido de una reforma protestante moderada que le fue sometido por los puritanos en 1603, o sea la "petición milenaria", llamada así porque se suponía que la habían firmado mil personas.
En 1604 se celebró una asamblea de obispos y puritanos en la residencia real de Hampton Court. Su único resultado tangible fue el comienzo de una nueva traducción de la Biblia.
Durante la dinastía anterior se habían editado dos nuevas versiones de la Biblia: la Biblia de los Obispos, usada principalmente en las iglesias, y la Biblia de Ginebra, basada en la traducción del Nuevo Testamento de Tyndale y otra traducción del Antiguo Testamento, que básicamente era la misma que la de la Biblia de los Obispos.
Para que se produjera esa nueva traducción, Jacobo nombró a 54 eruditos, divididos en seis grupos de nueve hombres cada uno, que trabajaban independientemente. Una comisión de doce repasó todo el texto. Se usaron los idiomas originales en los mejores textos disponibles. La obra comenzó en 1604 y terminó con la publicación de la traducción en 1611.
Aunque en Inglés se hace referencia a ella como a "la versión autorizada", no hay ninguna prueba de que alguna vez tuviera la aprobación formal del rey.
Esta versión no tiene el sello del genio de un individuo, como es el caso de la traducción alemana de Lutero o la española de Casiodoro de Reina. Fue el producto de muchas mentes, y a pesar de muchas otras traducciones que se han publicado, permaneció durante más de tres siglos y medio como el texto aceptado y amado por el mundo de habla inglesa.