A diferencia de la iglesia de Occidente (Roma), la Iglesia Católica de habla griega, que más tarde se llamó Iglesia Griega Ortodoxa, se debilitó por su lucha contra el arrianismo y por una cantidad de graves controversias teológicas que no perturbaron particularmente al Occidente.
Otra dificultad que experimentó la Iglesia Griega surgió de sus relaciones con los emperadores romanos de Oriente, con sede en Constantinopla. El gobierno imperial del Oriente por lo general dominó a la Iglesia Griega Ortodoxa.
Aunque muchos de los emperadores orientales fueron débiles, la iglesia nunca pudo desarrollar sus actividades independientemente del gobierno, sino que existió dentro de una relación con el Estado que ha sido llamada cesaropapismo (o cesarismo).
Este vocablo describe una íntima unión de la iglesia y el Estado, en la cual el emperador tiene una gran influencia en los asuntos eclesiásticos.
La sucesión de emperadores no fue seriamente interrumpida en el Oriente como lo fue en el Occidente, y el patriarca de Constantinopla nunca pudo alcanzar el nivel del poder que logró el papa en el Occidente.
Otro elemento divisivo consistió en que la ortodoxia oriental siempre reconoció a varios patriarcas, iguales en jerarquía, y así privó al patriarca de Constantinopla de un completo poder eclesiástico.