El concepto gnóstico acerca de Jesús, variaba. Algunos enseñaban lo que bosquejamos anteriomente. Otros declaraban que él no había tenido en absoluto cuerpo material, sino que era tan sólo una apariencia. Por lo tanto, éstos son conocidos como docetistas (Gr. δοκεω dokeô, "parecer").
Algunos gnósticos enseñaban que mediante la obra de Cristo la materia sería liberada de la oscuridad; otros, que la materia sería vencida y desaparecería, y los espíritus de los hombres serían liberados para ser reabsorbidos dentro del buthós, o para convertirse en espíritus libres del mundo incorpóreo.
Había muchas formas de gnosticismo cristiano, presididas por sus correspondientes líderes. Cerinto fue un gnóstico contemporáneo del apóstol Juan, detestado, según se dice, por el apóstol.
Los docetistas, contra quienes es evidente que escribió Juan, eran un serio problema para el verdadero cristianismo.
Basílides, aunque posterior al apóstol Pablo, presentó una enseñanza similar a aquella contra la cual escribió el apóstol en su Epístola a los Colosenses.
Taciano, el autor de la primera armonía de los Evangelios, fue un gnóstico del siglo II.
Saturnino y Valentín fueron gnósticos que causaron dificultades en el siglo II, así como lo hicieron Manes (de aquí maniqueo) y Bardesanes en el siglo III.
Orígenes combatió en algunos de sus escritos a un grupo gnóstico llamado de los ofitas. Alrededor del año 200 se podían identificar unas 65 formas diferentes de gnosticismo.
Los pensadores gnósticos usaban ampliamente las Escrituras, interpretándolas para que concordaran con sus teorías. Reunían tradiciones que habían surgido en la iglesia y las acomodaban para sus propósitos. Usaban sin trabas los escritos de otros autores gnósticos, y se valían de los escritos de cualquier pensador anterior que les parecieran útiles. Utilizaban los escritos judaicos especulativos de la época, además de valerse abiertamente de filosofías paganascontemporáneas y anteriores.
EL DIOS QUE YO CONOZCO
En el juicio final,
los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.