Carlos Martel fundó lo que fue virtualmente una nueva dinastía en Francia.
Los francos se habían establecido en la Galia romana más de dos siglos antes, presididos por su caudillo tribal Clodoveo, que los hizo aceptar el catolicismo romano.
Cuando Clodoveo murió el país ya había sido dividido entre sus hijos, y más tarde entre los sucesores de éstos, quienes gobernaron sus pequeños reinos en medio de continuas y pequeñas guerras civiles y de sangrienta violencia. El linaje de los merovingios, descendientes de Clodoveo, se debilitó.
Carlos Martel era el principal dignatario o "alcalde" del palacio. El había dirigido las fuerzas de los francos en conquistas que no sólo habían consolidado su reino, sino que les habían permitido adueñarse de una gran parte del este y del sur de Alemania. Con la derrota de los musulmanes Carlos Martel consolidó la seguridad del sur de Francia.
Carlos Martel no tuvo en cuenta los derechos de los últimos miembros de la casa de los merovingios, y dispuso que sus propios hijos fueran los gobernantes del imperio franco.
Pipino, su hijo, que llegó a ser el único gobernante del reino franco, se dio el título de rey en 752 y lo llevó hasta su muerte en 768.
Uno de los actos de su reinado fue una reforma del clero franco, la cual fue posible por medio de Bonifacio, monje de Inglaterra que llegó a ser arzobispo de la iglesia franca y misionero entre los germanos que seguían siendo paganos.
Un hecho importante del reinado de Pipino fue su invasión a Italia y derrota de los lombardos.
Cuando Pipino manifestó su intención de penetrar en Italia, el papa Esteban II, como reconocimiento de su evidente propósito de liberar al papado de la presión de los lombardos, legitimó sus pretensiones a la realeza coronándolo como rey de los francos.
Pipino derrotó a los lombardos, le devolvió a Esteban su lugar en la ciudad de Roma, dio al papa las propiedades que reclamaba, y después le concedió todos los territorios que los lombardos le habían quitado al exarca de Ravena, que había estado gobernando a Italia como representante del emperador de Constantinopla.
Esta Donación de Pipino - como se la llama - señala el comienzo de los Estados de la Iglesia en la Edad Media.