EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

16.10. Las invasiones de los bárbaros - I

La infiltración pacífica de los germanos fue seguida por las invasiones. Tribus enteras procedentes del norte cruzaban las fronteras y penetraban en el imperio. A veces seguían los valles de los ríos y parecía que lo inundaban todo. Los invasores germanos llegaban no para ver sino para poseer, y cuando sus propósitos eran resistidos, combatían, saqueaban y destruían.

No sólo fueron sitiadas las ciudades de las provincias, sino que aun Roma fue atacada. En el año 430, mientras Agustín estudiaba el gran tema de su libro La ciudad de Dios, los vándalos cercaban a Cartago, en el norte de África. A los habitantes del Imperio Romano les costaba creer que Roma y otras grandes ciudades estuvieran siendo atacadas.

Los visigodos, que ya eran cristianos arrianos, penetraron en Italia y saquearon a Roma (410), después se trasladaron cruzando el litoral norte del Mediterráneo e invadieron las Galias (Francia), y finalmente entraron en España, donde establecieron un reino; sin embargo, ese reino no pudo sobrevivir a una posterior invasión de los musulmanes del norte de África (711-719), y de sus ruinas emergió la España actual.

Parte de la tribu de los suevos permaneció en Suabia (o Suevia); los demás cruzaron las Galias (406) y ocuparon el rincón noroeste de la península ibérica, donde se estableció el fundamento de lo que es ahora Portugal.

Los burgundios, que también eran cristianos arrianos, emigraron a Suiza y también ocuparon el valle del Ródano en las Galias. La "Canción de los Nibelungos" es un poema épico que narra sus luchas.

Los alamanes pasaron por lo que ahora es Alemania, y se establecieron en la zona occidental. Los francos, pueblo pagano germánico, ocuparon las Galias, donde pronto aceptaron el cristianismo católico romano.

Los anglos, sajones y jutungos cruzaron el mar del Norte saliendo de las islas Frisias, de Holanda y Dinamarca, desembarcaron en Bretaña, rechazaron a los habitantes británicos y establecieron los fundamentos de la monarquía inglesa (c. 450-455). Ellos también se hicieron católicos.

Los lombardos cruzaron los Alpes y entraron en Italia (568), donde fueron una verdadera pesadilla para los gobernantes bizantinos de Italia y para los papas de Roma. También se incorporaron a la iglesia romana.

Otros pueblos también participaron en este proceso histórico.

Los vándalos arrianos, que precedieron a los visigodos, cruzaron las Galias y entraron en España (409); después cruzaron el estrecho de Gibraltar, penetraron en el norte del África y prosiguieron hacia el este ocupando las prósperas ciudades (430), centros de cultura de la colonización de Roma.

El norte del África era un centro de cristianismo católico romano; pero los vándalos, dados a la persecución, decidieron que los católicos romanos se convirtieran a la fe arriana. Los resultados fueron muy tristes para los cristianos católicos romanos que no estaban en condiciones de defenderse en esa región.

El emperador Justiniano, cuya sede estaba en Constantinopla, pero que tenía a todo el Imperio bajo su dominio nominal, finalmente envió ejércitos al norte del África, y hacia el año 534 venció completamente a la raza vándala. Así fue desarraigado, debido a la influencia de la iglesia de Roma, uno de los "diez cuernos" de la profecia de Daniel 7, símbolo de las tribus germánicas de la Europa occidental.