La doctrina del estado consciente de los muertos y el castigo eterno de los impíos en el infierno, aparece desde muy antiguo en la historia cristiana.
Los servicios conmemorativos ante la tumba de los mártires pronto fueron seguidos por oraciones en favor de los mártires, que se pensaba que estaban en una especie de purgatorio.
Luego, como se creía que los santos perfectos habían ido a una eterna bienaventuranza, se ofrecían oraciones a los santos para que intercedieran por los que todavía estaban en la tierra.
La veneración de los santos y más tarde el culto a la Virgen María fueron la consecuencia lógica de una mala interpretación de la doctrina de la naturaleza del hombre.