Los judíos estaban resentidos con el cristianismo por muchas razones. (1) Tenían temor de que los cristianos pudieran atraer la ira de los romanos sobre los judíos. (2) Odiaban al Cristo de los cristianos como a un rival de su esperado Mesías. (3) Odiaban aún más a los cristianos, porque aceptaban a gentiles en su comunión.
Por lo tanto, los judíos creaban dificultades a los cristianos en toda oportunidad que tenían, persiguiéndolos hasta donde les era posible en Palestina, y en otras partes soliviantando a la turba para que se levantara contra los cristianos. Hay varios ejemplos de esto en el libro de los Hechos.
Un documento, El martirio de Policarpo, narra cosas semejantes, sucedidas en la ciudad de Esmirna en el siglo II. En el siglo III Tertuliano llamó a las sinagogas judías "manantiales de persecución" (Scorpiace* X). Estando las relaciones en tal situación, no se necesita buscar en la ley romana para hallar algún decreto contra los cristianos. En realidad, no se necesitaba ningún decreto, pues los cristianos no tenían personería legal.
En años posteriores se promulgaron disposiciones legales contra los cristianos, y éstas se hicieron cada vez más severas. Los primeros ataques de la magistratura romana contra los cristianos fueron esporádicos; no fueron decretados legalmente sino que se debieron al capricho o al rencor de los emperadores. Tales fueron las persecuciones de Nerón (c. 64 d. C.) y de Domiciano (c. 95 d. C.) contra los cristianos.
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* Scorpiace significa "remedio contra la mordedura del escorpión".