EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

12.02. Los ebionitas

Hemos hecho notar que hubo varias divisiones entre dos grupos que surgieron en la iglesia apostólica:
(1) cristianos de origen judío que insistían en que toda la iglesia ya se tratara de judíos o de gentiles debía amoldarse a la ley de Moisés;
(2) cristianos de origen judío como lo era Pablo, y la gran mayoría de los conversos gentiles que aceptaban las enseñanzas de Pablo y acataron la decisión del concilio de Jerusalén (Hech. 15). Estos sostenían que los gentiles debían aceptar la salvación mediante Jesucristo, por la fe, y que no necesitaban prestar ninguna atención al ritual judío.
A medida que crecía el número de gentiles en la iglesia cristiana y los cristianos de origen judío se convertían en una minoría, los que eran especialmente celosos de la ley se constituyeron en un grupo. Formaron una o más sectas que, en pensamiento y en práctica, se ubicaban en la zona fronteriza entre el cristianismo y el judaísmo.
Los escritores cristianos hablan de los ebionitas como el grupo principal quizá el único de estos cristianos judaicos.

El nombre de la secta deriva de una palabra hebrea que significa "pobre", y pudo haber sido un término que se aplicaba al principio a los cristianos en general, como lo afirma Epifanio; más tarde se usó para designar a los cristianos judaicos (Orígenes, Contra Celso ii. 1).
Es muy posible que la Epístola a los Hebreos hubiera sido escrita para que los cristianos judaicos que estaban dispuestos a escuchar a Pablo se mantuvieran fieles en la aceptación de Jesucristo como Salvador y Sumo Sacerdote, en oposición al grupo de cristianos judaicos que insistían en mantener su vinculación con el sacerdocio judaico y sus rituales.
Si fue así, la Epístola a los Hebreos bien podría haber señalado una división entre las dos clases de cristianos judaicos, con el resultado de que los ebionitas se constituyeron en una secta ritualista y legalista que dependía de la conservación de las formas externas del judaísmo. Schaff describe este movimiento como "un cristianismo judaizante, seudopetrino [falsos seguidores de Pedro]" o "un judaísmo cristianizante" (History of the Christian Church, t. 2, p. 429).

La mayor parte de los ebionitas deben haber sido fariseos. Eran los sucesores naturales de los judaizantes, a quienes Pablo se opuso tan vigorosamente, tal como se lee en su Epístola a los Gálatas. Aceptaban a Jesús como el Mesías prometido, el hijo de David, pero sólo como a un hombre como Moisés y David y como el resultado de la unión natural de José y de María.
Según su creencia, Jesús se dio cuenta de su condición mesiánica cuando fue bautizado por Juan, momento en el que le fue dado un espíritu divino. Los unitarios del siglo XIX reconocían que esta enseñanza es similar a su creencia en cuanto a Jesús. Por eso algunos de ellos afirmaban que los ebionitas fueron los verdaderos cristianos primitivos y que el movimiento cristiano inicial fue unitario. La idea de los ebionitas de que en su bautismo el Jesús humano recibió un espíritu divino podría hacer que fueran los progenitores del adopcionismo posterior.

Insistían en mantener la circuncisión y toda le ley ritual de Moisés como necesaria para la salvación de los hombres.
Eusebio hace notar que los ebionitas observaban tanto el sábado como el domingo, en memoria de la resurrección del Señor (Historia eclesiástica iii. 27. 5). Los ebionitas no podían menos que calificar a Pablo como apóstata y hereje. Algunos llegaron hasta el punto de afirmar que Pablo era un pagano convertido al judaísmo, del cual se apartó posteriormente debido a su impureza. Esperaban el pronto regreso de Cristo para dar comienzo a un reinado milenario de gloria en la tierra, cuya sede sería la Jerusalén terrenal restaurada.

Ciertas pruebas indican que los ebionitas tenían tendencias gnósticas. Esto probablemente puede remontarse a un grupo ebionita de una influencia y reputación mucho menores que el conjunto principal, grupo en que se manifestó una curiosa mezcla de enseñanzas cristiano-judaicas y gnósticas. No hay rastros de ebionitas después del siglo IV.