La primera clara evidencia del obispo como líder dominante de diversas congregaciones se ve en los escritos de Cipriano, obispo de las iglesias cuyo centro estaba en Cartago, norte del África.
Cipriano fue martirizado en el año 258 d. C.
Eusebio, el historiador eclesiástico, llama "obispos" a todos los dirigentes de la iglesia, aun desde tiempos más antiguos.
Sin embargo, al hacerlo está hablando, por supuesto, desde el punto de vista común en 324 d.
C., tiempo en que los obispos eran totalmente monárquicos en su autoridad, prácticamente en todas partes.
C., tiempo en que los obispos eran totalmente monárquicos en su autoridad, prácticamente en todas partes.
Es claro que también usa la terminología propia del siglo IV.