EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

8.11. CAUSAS DEL ENSALZAMIENTO DE LOS OBISPOS - III

4. El obispo y las finanzas de la iglesia.

Las finanzas de la iglesia estaban en manos de los ancianos que presidían. En este asunto administrativo no se sabe con claridad cómo se efectuó la transición de los "siete varones de buen testimonio" (Hech. 6:3) de los primeros días apostólicos, al anciano principal e incipiente obispo.
Pero a mediados del siglo II, el "presidente" recibía las ofrendas y las distribuía mayormente a los pobres. Esto le daba una gran categoría dentro de la iglesia, y de ese modo aumentaba el poder del naciente episcopado.
Justino Mártir dice en cuanto a la ofrenda tomada en el "día del Señor": "Lo que se recoge es depositado con el presidente, el cual socorre a los huérfanos y a las viudas, y a aquellos a quienes por enfermedad u otra causa están en necesidad, y a los que están presos y a los forasteros de paso entre nosotros y, en una palabra, cuida de todos los que están en necesidad" (Primera apología 67).

Una carta escrita alrededor del año 251 d. C. por Cornelio, obispo de Roma, muestra la extensión de la obra de caridad de la iglesia y la influencia del obispo que distribuía las dádivas.
La carta afirma que en la iglesia de Roma "hay cuarenta y cuatro presbíteros; siete diáconos y otros tantos subdiáconos; cuarenta y dos acólitos; cuarenta y dos exorcistas y lectores con los estiarios; por último, más de mil quinientas viudas con los enfermos y necesitados. A todos los cuales facilita sustento la gracia y benignidad de Dios" (Eusebio, Historia eclesiástica vi. 43. 11).

5. El obispo y la persecución.

En tiempos de persecución, con frecuencia los dirigentes de la iglesia se convertían en verdaderos héroes al guiar a los hermanos, aconsejándolos en su lucha contra las duras autoridades civiles y al dar un ejemplo de fortaleza y valor.
Acerca de obispos posteriores que, habiendo sobrevivido a la persecución de Galerio y Diocleciano, estaban reunidos en Nicea para el gran concilio del año 325 d. C., el historiador eclesiástico Teodoreto hace notar que "tenían el aspecto de un ejército de mártires congregados" (Historia eclesiástica i. 6).
Allí estaban presentes obispos que habían perdido el ojo derecho que, en el caso de algunos, les había sido sacado quemándoselo con un hierro candente; otros cuyos miembros habían quedado inválidos debido a diversas clases de torturas; otros cuyo brazo derecho quizá había sido arrancado de su articulación.
Esta clase de perseverancia bajo la persecución y la capacidad de liderazgo así demostrada, aumentaban el poder de los dirigentes de la iglesia.