La ejecución de Carlos I creó un vacío político después de la victoria del parlamento sobre los partidarios del rey.
Se proclamó la república mientras aún sesionaba el llamado "Parlamento largo"; pero después de 1653 Oliverio Cromwell se convirtió en el Lord Protector del Commonwealt británico. Fortaleció la marina, luchó contra los católicos en Irlanda, se opuso a la expansión española y resistió la amenaza creciente del poder marítimo holandés.
Pero por encima de todo, Cromwell convirtió a Inglaterra en una democracia puritana, en la cual se pretendía que el ejército peleaba las batallas del Señor.
Los movimientos milenaristas continuaron creciendo o surgiendo, como los de los "vociferantes", los "cavadores", los "buscadores" y los "niveladores".
También existían los "partidarios de la quinta monarquía", quienes estaban convencidos de que las cuatro monarquías de Daniel 2 ya habían pasado y que estaba por comenzar el reinado temporal de Cristo y sus santos, la quinta monarquía. Se proponían adelantar este reino aun pagando el precio de la violencia armada.
La era de Cromwell también fue un período de personajes, como Milton, Bunyan y Jorge Fox. La "Sociedad de los Amigos" o cuáqueros, fundada por Jorge Fox, pronto se arraigó sobre una base mucho más firme que la de otros movimientos religiosos.
Cuando Fox, que era de cuna humilde, llegó a comprender en 1647 que debía experimentar la conversión siguiendo la "luz interior", todo el mundo le pareció nuevo y aun la tierra tenía un "nuevo olor". Renunció a la práctica de prestar juramento e insistía en la honradez y en hablar la verdad, practicaba la sencillez en el vestido, el alimento y las acciones, rehusó participar en guerras y condenaba el formalismo en la religión. El mensaje de Fox halló un gran eco en Inglaterra y Gales, en el continente europeo y en Norteamérica. Muchos lo siguieron.
Cromwell se esforzó por evitar el caos religioso. Alcanzó un cierto grado de tolerancia religiosa, pero también apoyaba que hubiera una iglesia nacional sostenida por el Estado. El Libro de Oración Común no debía ser usado en los servicios eclesiásticos y no había obispos; en cambio debía predicarse la Biblia y, por lo tanto, los ministros debían ser cuidadosamente elegidos. Debían ser sostenidos con los diezmos, desde un fondo central.
Todos los protestantes fueron tolerados, con excepción de los cuáqueros. Los clérigos podían ser presbiterianos, independientes o bautistas. Los episcopales podían reunirse para sus cultos si lo hacían en privado, y aun se toleró a los católicos si no perturbaban la paz pública. Inglaterra disfrutó de una libertad religiosa relativa que no había conocido antes.