EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

25.02. Primeras experiencias de Martín Lutero - II

En 1511 fue de visita a Roma, y mientras atendía asuntos de su orden quedó horrorizado ante el descuido del clero italiano y la corrupción de una Roma repleta de reliquias.

Subió de rodillas por la escalera de Pilato, pues se afirmaba que el que lo hacía liberaba a un alma del purgatorio.

Cuando Pablo, el hijo de Lutero, tenía once años oyó a su padre contar el episodio de la escalera, al cual se refirió en 1582, 36 años después de la muerte del reformador.

Entonces Pablo, escribiendo en cuanto a su padre, afirmó que cuando Martín Lutero "estaba repitiendo sus rezos en los peldaños de la escalera de Letrán, penetró en su mente el versículo del profeta Habacuc:...'el justo por su fe vivirá' " (Dokumente zu Luthers Entwicklung [1929], p.210).

Sin embargo, Lutero parece contradecir este informe posterior de su hijo cuando recuerda el episodio de la escalera en sus sermones y comentarios. Su afirmación más significativa fue presentada en 1545 (un año antes de su muerte).

Recordando ese episodio, dijo: "En Roma, yo quería liberar a mi abuelo del purgatorio, y subí la escalera de Pilato recitando en cada peldaño un 'Padrenuestro', pues se creía que el que rezaba en esa forma salvaba un alma. Pero cuando llegué arriba estaba pensando: '¿Quién sabe si esto es verdad?' "(Predigten des Jahres 1545, col. 1, 9 y siguientes, 15 de noviembre de 1545,op. cit. p. 197). Ambos recuerdos podrían ser fidedignos; no se contradicen.

Cuando regresó a Alemania continuó sus estudios teológicos de acuerdo con las instrucciones de sus superiores; pero su pensamiento había recibido la fuerte influencia de Gabriel Biel, de los Hermanos de la Vida Común. Biel era discípulo de Occam y sus ideas estaban en boga en la Alemania de los días deLutero.

El futuro reformador también leía diligentemente a Pedro d'Ailly,Gerson, Bernardo de Claraval, Tomás de Aquino y especialmente a Agustín.

La doctrina de la predestinación lo inquietaba particularmente y lo angustiaba más que nunca. El pensamiento de un Dios arbitrario que predestinaba la salvaciónde un hombre, le causaba gran angustia. En realidad, temía a Dios, hasta el punto de decir que llegó a "odiar" a Dios. Sus pesados deberes no daban descanso a su alma.

Fue nombrado profesor de teología en Wittenberg, una universidad que había sido fundada en 1502 por el elector de Sajonia, Federicoel Sabio, quien se convirtió más tarde en el afectuoso protector de Lutero.

Finalmente la luz penetró en el alma de Lutero. El reformador halló a Dios directamente cuando se hizo claro en su mente a través de la meditación y del estudio, que el hombre es justificado únicamente por la fe sin las obras de la ley ni los méritos de las buenas obras. Se abrió ante él el camino a la paz y la salvación.

En sus disertaciones sobre los Salmos (1513), Romanos (1515) y Gálatas (1517) reafirmó que la fe no es únicamente una entrega intelectual a la voluntad de Dios, sino un rendirse completamente y una entera confianza en Dios por medio de Cristo.

Su insistencia en la fe era tan definida, que cuando tradujo el NT añadió la palabra "solamente" a "fe" en Rom. 3:28. Esta palabra no está en las Escrituras, y él bien lo sabía; pero argumentó que había sido usada antes por otros, como Ambrosio, al traducir este pasaje, y quedó satisfecho porque este concepto está en armonía con el espíritu de la enseñanza de la Biblia.

Aunque no eliminaba las buenas obras de la vida cristiana, las descartaba totalmente como un medio para ganar la gracia de Dios.

El proceder de Lutero quedó definido cuando vio la luz del Evangelio. Su problema quedó resuelto en cuanto a la salvación; pero eso no impidió que pasara por momentos de depresión de vez en cuando. Su opinión en cuanto a la vida cristiana, en realidad, que un verdadero cristiano está justificado, pero que continúa siendo pecador hasta el último día de su vida. Desde ese momento se sintió impulsado a participar a otros lo que había experimentado, particularmente por medio de sus disertaciones, sermones y escritos. Como otros sacerdotes de su tiempo, se afanó con persistencia para lograr la reforma moral de la iglesia.