Los siete varones nombrados para que cuidaran de "las mesas", como se registra en Hechos 6, no se limitaron a una obra material. Eran decididos evangelistas.
Felipe, guiado por el Espíritu a Samaria, fue tan bendecido en sus labores, que los apóstoles de Jerusalén enviaron a Pedro y a Juan para que le ayudaran. Después el Espíritu condujo a Felipe al desierto, hacia el sur, donde encontró y bautizó al eunuco, quizá el primer cristiano de Etiopía (hoy Sudán).
Esteban estuvo activo evangelizando en las sinagogas de los Judíos helenistas de Jerusalén (Hechos 6: 8-10). Argumentaba con eficacia y con persuasión, y hubo muchos conversos. Pero se despertó una intensa oposición, y los judíos se airaron de tal manera contra Esteban, que fue sentenciado a muerte por el sanedrín.
Esteban fue apedreado mientras Saulo de Tarso guardaba las vestiduras de los que lanzaban las piedras de la ejecución.