EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

30.05. La Iglesia Católica en el siglo XVIII - los jansenistas

Los jesuitas se destacaron en el arte de transformar los así llamados pecados mortales en pecados veniales llevando al extremo la "reserva mental" y empleando un lenguaje confuso (anfibológico).

Llegaron al punto de afirmar que uno puede ir en contra de su propia conciencia mientras esté a su alcance una "opinión probable". El maestro del probabilismo fue el jesuita español Antonio de Escobar (1589-1669).

Aun el papado condenó sus ideas, y, por lo tanto, en 1687 Escobar repudió formalmente sus propias enseñanzas sobre el probabilismo, aunque continuó enseñándolas en otra forma.

Los más serios enemigos de los jesuitas fueron los jansenistas, que volvieron al concepto agustiniano de la salvación sólo por la gracia.

El fundador del jansenismo fue un profesor holandés de Lovaina, Cornelio Jansenio (1585-1638). Seguía muy de cerca las enseñanzas de Agustín, cuyas obras había leído treinta veces. Jansenio se sentía especialmente atraído por la enseñanza de Agustín acerca de la gracia que éste había escrito en su lucha contra los pelagianos.

En su obra Augustinus, Jansenio enseñaba que la gracia de Dios es el único medio de salvación. Apoyaba la doctrina de la doble predestinación: los hombres están predestinados ya sea para la salvación o para la condenación. Pero los jesuitas insistían en la doctrina de que el hombre mediante su libre albedrío coopera en su propia salvación y realiza su propia redención en gran medida.

El centro del jansenismo en Francia era la abadía de Port Royal, cerca de París, donde vivieron de acuerdo con las ideas de Jansenio una cantidad de personas notables como Nicole, los Arnauld, Du Vergier, el prior de San Cirano, y especialmente el brillante físico y matemático Blas Pascal (1623-1662).

Pascal se propuso estigmatizar y poner de manifiesto los falaces razonamientos de la casuística de los jesuitas. En sus Cartas provinciales (la primera de las cuales apareció en 1656), publicadas en sesenta ediciones, mediante sus brillantes y algo irónicas invectivas, Pascal hábilmente refutó el sistema de los jesuitas.

También comenzó a escribir una apología del cristianismo desde el punto de vista de un hombre de ciencia, pero la muerte lo sorprendió cuando todavía era relativamente joven. Sus apuntes y anotaciones para esta obra se publicaron como Pensées (Pensamientos), que han quedado como una de las bellas y magistrales apologías del cristianismo.

En cuanto a los jesuitas, sus actividades incluyeron muchos campos de acción. Lo hacían sugiriendo métodos maquiavélicos aun en finanzas públicas, comercio y política. El resultado fue un profundo resentimiento, y pronto los jesuitas sintieron la oposición de varios gobiernos.

Esta orden religiosa fue expulsada de Portugal en 1759, de Francia en 1764, y de Nápoles en 1767. En 1773 el papa Clemente XIV suspendió la orden; pero su sucesor se apresuró a restablecerla.