EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

26.01. Ulrico Zwinglio

Ulrico Zwinglio (1484-1531) nació en las montañas de la Suiza oriental, y estudió en Basilea, Berna y Viena.

Durante diez años actuó como sacerdote en Glarus. Como sacerdote y más tarde como ministro del Evangelio, siempre se interesó en los soldados. Con frecuencia los acompañaba al campo de batalla como capellán, y finalmente murió como tal en un combate.

Zwinglio fue atraído en su juventud por las enseñanzas de los humanistas. Se sintió especialmente conmovido por un poema de Erasmo, en el cual se quejaba de que los hombres no van a Jesucristo para resolver sus problemas religiosos, a pesar de que sólo en él pueden encontrar "felicidad, perdón y salvación".

Zwinglio se había convencido desde muy temprano que la salvación sólo se obtiene por medio de la fe sin el mérito de las buenas obras.

Zwinglio fue a Zurich en 1518 como sacerdote de la catedral, e inmediatamente comenzó a predicar sermones en los que exponía el Evangelio según San Mateo.

En 1520 renunció a la pensión papal que había recibido durante cinco años, y ávidamente leyó los escritos de Lutero. Se negó a aprobar el ayuno durante la cuaresma, con lo que escandalizó a su superior, el obispo de Constanza.

Desde ese momento procuró basar sus enseñanzas y su vida únicamente en las Escrituras. Para él las Escrituras eran arjitéles: la primera y la última palabra. Pronto atacó el celibato de los sacerdotes, los votos monásticos y la salvación por las obras. Con otros diez sacerdotes pidió permiso al obispo y al gobierno de Zurich y a los gobernantes de varias regiones de Suiza para predicar el Evangelio.

En 67 tesis Zwinglio destacó la autoridad de la Biblia, la mediación de Cristo y la justificación por la fe. Inevitablemente tuvo que hacer frente al dilema de si el cristiano debe obedecer al Dios que habla en la Biblia, o a Roma.

El día de pascua de resurrección del año 1525, un servicio de comunión celebrado en idioma alemán sustituyó a la misa en latín en la catedral de Zurich. Este fue el comienzo formal de la Reforma en esa ciudad.

El gobierno de Zurich le quitó el liderazgo de la iglesia al obispo de Constanza. En 1528 la ciudad de Berna también adoptó la manera reformada del culto después de un debate dirigido por Zwinglio, Ecolampadio de Basilea y Bucero (Butzer) de Estrasburgo.

Si se compara a Zwinglio con Lutero se ve que las experiencias religiosas del primero no eran tan emotivas como las del reformador alemán, sino más tranquilas y en armonía con el humanismo.

Lutero estaba angustiado por la pregunta, "¿cómo puedo ser justificado ante Dios?"; pero Zwinglio estaba profundamente agitado por el paganismo romano y por la ignorancia y la superstición que prevalecían en la cristiandad. Su meta era restaurar la sencillez evangélica, y no se sentía impresionado ni por el misticismo ni por una forma complicada de culto. Para él la Santa Cena era sencillamente un recordativo, y se oponía a la idea de la consubstanciación de Lutero.

La reforma de la iglesia en Suiza produjo una guerra civil. En 1531 Zwinglio acompañó a las tropas protestantes al campo de batalla de Kappel, donde fue muerto. Era un ardiente patriota, un modelo para gobernantes cristianos. Su obra fue continuada en Zurich por Heinrich Bullinger.