El Renacimiento de las artes en el siglo XV y comienzos del XVI, que siguió el modelo de los maestros clásicos griegos, consistía en la creación de nuevos estilos arquitectónicos, un reavivamiento de las letras y el fomento de las bellas artes patrocinados por ricos mecenas, como los Médicis de Florencia, los reyes y los papas.
Los grandes maestros italianos crearon en Italia, Holanda y Alemania obras de arte en pintura y escultura de un incomparable grado de belleza clásica, mientras que Francia sobresalía en arquitectura.
En el siglo XVI hubo muchos hombres e ideas importantes; algunos fueron de genio creador; otros, sediciosos. Hombres intrépidos y temerarios entraron en nuevas líneas de pensamiento, descartando así los reverenciados conceptos del pasado.
Esta irresistible corriente arrastró a artistas, eruditos, soldados y filósofos. Lo que había sido considerado una quimera, se convirtió en realidad; desapareció lo que había sido considerado como real.
Los trovadores seguían entonando sus cantos de castillo en castillo, pero el feudalismo gradualmente desaparecía.
El renacimiento de las artes hizo que reapareciera la visión de la belleza de la antigüedad, mientras que la prensa se convertía en un medio eficaz de propaganda.
El intenso deseo de ser libres hizo que algunos captaran la luz procedente del "abismo de la ciencia" al que se refirió Rabelais.
Hasta el cuerpo humano perdió sus misterios. Mientras que el joven Miguel Servet descubría la circulación pulmonar de la sangre, Rabelais explicaba en Lyon por medio de una disección anatómica y frente a un interesado auditorio, la fabricam corporis (la estructura del cuerpo).