EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

16.01. Decadencia del Imperio Romano

La decadencia y caída del Imperio Romano abarca un período de varios siglos.

El brillante reinado de Augusto, el primer emperador (27 a. C.-14 d. C.), señaló la edad de oro de la historia romana.

Con unas pocas excepciones notables, como Trajano (98-117 d. C.), Adriano (117-138), Marco Aurelio (161- 180), Diocleciano (284-305), Constantino (306-337) y Teodosio (379-395), los emperadores desde Augusto hasta Rómulo Augústulo (depuesto en 476) fueron poco más que mediocres, y la historia del imperio a través de casi toda su duración de unos cinco siglos, especialmente desde Marco Aurelio en adelante, es el registro de una declinación gradual.

Hacia fines del siglo III d. C. el proceso de desintegración se había acentuado mucho. Es cierto que las reformas y la reorganización del imperio efectuadas por Constantino sirvieron para detener por un tiempo la tendencia descendente; pero desde allí en adelante el proceso de desintegración continuó con un ritmo de creciente rapidez. Y con el siglo IV comenzó la larga serie de invasiones de los bárbaros del norte que aceleraron mucho el proceso.

Aunque el último emperador de Occidente fue depuesto en 476, también había habido emperadores en el Oriente desde el momento cuando Constantino, trasladó la sede del gobierno de Roma a Constantinopla, en el año 330. El Imperio Romano de Oriente continuó en realidad durante casi mil años más, hasta 1453.

El año 476 es la fecha tradicional para la caída de la Roma antigua, con lo que comienza la Edad Media; pero es evidente que los tiempos medievales también podrían contarse a partir de cualquiera de varios acontecimientos significativos, ya sea antes o después de ese año.

Por eso algunos han considerado el reinado de Constantino el Grande, el primero de una larga sucesión de emperadores cristianos nominales, como un límite apropiado entre la Edad Antigua y la Edad Media.

Otros sugieren el reinado de Justiniano el Grande (527-565) como el punto divisorio entre la historia antigua y la medieval; sin embargo, debe destacarse que por lo general los historiadores consideran el pontificado del papa Gregorio Magno (590-604) como el momento más apropiado para iniciar el comienzo de la Edad Media.

Las dos instituciones más significativas de la Europa occidental durante el período del medioevo, a partir del año 800, fueron la Iglesia Católica Romana y el Santo Imperio Romano.