EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

25.07. La dieta de Augsburgo y la liga de Esmalcalda

Los partidarios de Lutero presentaron su confesión de fe, la Confessio Augustana, redactada por Felipe Melanchton, ante la dieta imperial de Augsburgo, en Baviera, en 1530.

Lutero no estuvo presente en Augsburgo porque estaba bajo el entredicho imperial y no podía salir de Sajonia. Esta confesión fue una declaración de las creencias luteranas notablemente completa y bien meditada, completamente libre de elementos de polémica. En realidad, parecía demasiado suave para muchos, incluso para Lutero, que esperaba en el castillo de Coburgo, en el sur de Sajonia, mientras sus correligionarios luteranos estaban en Augsburgo.

Había muchas personas destacadas en Alemania que pensaban que aún era posible una reconciliación entre católicos y protestantes; pero fue evidente que sólo era un sueño, y se hizo necesario que los príncipes luteranos de Alemania formaran una alianza conocida como la Liga de Esmalcalda, en 1531.

La guerra entre los dos bandos estalló 15 años más tarde. Los artículos protestantes de Esmalcalda, en 1537, claramente presentaban los puntos de diferencia con Roma.

La paz de Augsburgo concedió en 1555 a luteranos y católicos iguales derechos en Alemania, sobre la base de un principio adoptado en 1526 en la dieta de Spira, que requería que un residente en cualquier Estado alemán aceptara la forma de religión profesada por su príncipe si deseaba permanecer en ese Estado.