EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

20.00. El reavivamiento del conocimiento

Este tenebroso período de persecución también fue paradójicamente un período de esclarecimiento intelectual.

Mucho de esto se debió al Islam, que contribuyó grandemente al renacimiento intelectual de la Europa de Occidente.

Con el colapso del gobierno imperial romano occidental a mediados del siglo V, que coincidió con la invasión de los inteligentes aunque ignorantes bárbaros, la cultura occidental sufrió un eclipse paralelo con el colapso económico de ese entonces.

La cristiandad occidental había vivido durante siglos en una profunda y supersticiosa ignorancia alumbrada muy temporal y superficialmente por una reaparición del conocimiento en la era de Carlomagno.

Por lo tanto, los siglos que se extienden desde mediados del siglo V hasta mediados del siglo X a veces son llamados la Edad Oscura intelectual. Hubo oscuridad espiritual y moral, y también cultural.

Algunos prolongan la duración de la Edad Oscura hasta el tiempo de la Reforma, debido a que el papado aplastó a los disidentes y la libertad religiosa durante ese tiempo.

Espiritualmente fue, sin duda, un período tenebroso.

Pero si se prolonga la aplicación de ese término se pasan por alto los grandes reavivamientos la cultura que aparecieron después del siglo X. Hubo varios reavivamientos de la cultura, algunos generales, otros locales.

De todos éstos el surgimiento del interés intelectual en el siglo XII fue un notable anticipo del gran Renacimiento humanístico de los siglos XIV y XV, que preparó el camino para la Reforma.

Las principales causas del reavivamiento del conocimiento fueron cuatro:

(1) la fertilidad natural de la mente europea occidental;

(2) la pequeña corriente de cultura greco-latina que el clero católico romano había mantenido fluyendo silenciosamente, principalmente en los monasterios;

(3) una pequeña dosis de conocimiento griego, proporcionado por eruditos que huyeron de la invasión de los turcos otomanos;

(4) y, principalmente, la influencia del Islam.

Cuando los árabes conquistaron la Roma oriental y el norte del África, estaban hambrientos de conocimiento, y quedaron admirados ante la riqueza de cultura greco-romana y persa que cayó en sus manos. Se apoderaron de ella, le dieron nueva vida, la adaptaron a su modo árabe e islámico de pensar, y la hicieron suya.

El resultado fue una brillante civilización islámica que irradió especialmente desde Bagdad, junto al río Tigris, y desde Córdoba, en España.

También contribuyeron los judíos, que tenían mucho en común con los árabes.

Los pueblos cristianos de la Europa occidental al principio consideraron con desconfianza esta cultura de los musulmanes, como si hubiera sido una especie de magia; pero gradualmente a través de España y debido a la influencia de las primeras cruzadas, esa cultura halló eco en la mente occidental.

La educación greco-romana revivificada fue presentada al Occidente con un ropaje islámico.
El conocimiento matemático, médico y científico que de esa forma ganó Occidente, fue mucho y práctico; pero la transferencia al Occidente de la filosofía antigua, principalmente aristotélica, fue lo que suscitó el interés de la cristiandad occidental y aun afectó la teología católica romana.

Ese reavivamiento intelectual culminó en el gran Renacimiento de los siglos XIV y XV.

El Renacimiento hizo una gran contribución a la Reforma, estimulando a los hombres para que pensaran por sí mismos, demostrando que la Iglesia Católica Romana estaba lejos de ser el único custodio del conocimiento, y guiando a los hombres piadosos para que estudiaran las Escrituras en sus idiomas originales.