EL DIOS QUE YO CONOZCO

En el juicio final,

los hombres no serán condenados porque creyeron concienzudamente una mentira, sino porque no creyeron la verdad, porque descuidaron la oportunidad de aprender la verdad. No obstante los sofismas con que Satanás trata de establecer lo contrario, siempre es desastroso desobedecer a Dios. Debemos aplicar nuestros corazones a buscar la verdad. Todas las lecciones que Dios mandó registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para salvarnos del engaño. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.

7.03. LOS OTROS APÓSTOLES

No hay información fidedigna acerca de los otros apóstoles. Sus actividades y la forma en que terminaron su vida están sumidas en mayor oscuridad que las de Juan o Pedro.

Se dice que Andrés, el hermano de Simón Pedro, predicó el Evangelio en Escitia y en Tracia, al norte de Grecia, y que fue crucificado en Grecia en una cruz en forma de X, por lo cual se llama la cruz de San Andrés.

Nada se sabe con certeza de la suerte de Jacobo (o Santiago) el Menor, el autor de la epístola, pero se dice que predicó en Palestina, Siria y Arabia.

Según la tradición, Mateo estuvo en Partia y Persia y se deduce de la misma que no murió mártir.

Matías, elegido para ocupar el lugar de Judas, según se registra en el primer capítulo de Hechos, se dice que fue uno de los setenta que Cristo mandó a predicar (Luc. 10:1), que así lo hizo en Capadocia, al norte de Cilicia (la provincia natal de Pablo), y que murió mártir, quizá en Judea.

Según Josefo (Antigüedades XX. 9. l), Jacobo, el hermano de nuestro Señor, murió apedreado en los atrios del templo.

La tradición sostiene categóricamente que Marcos, el autor del Evangelio que lleva este nombre, predicó en Egipto. Este era el joven que rehusó continuar en el primer viaje misionero con Pablo y Bernabé (Hech. 13:13), y el mismo a quien Pablo pidió que lo acompañara mientras estaba preso en Roma (2 Tim. 4:11). Se cree que él fundó la iglesia de Alejandría, y fue su principal anciano. Se dice que murió allí mártir durante la persecución desatada por Nerón.

Se piensa que Natanael (Bartolomé) predicó en Arabia, y quizá en las aproximidades de la actual Etiopía; sin embargo, la tradición afirma que fue crucificado cabeza abajo en una de las provincias de Armenia.

Es obvio que la tradición confunde a Felipe el apóstol, con Felipe el diácono. El relato bíblico dice del apóstol Felipe sólo lo que se registra en el Evangelio de Juan, donde se habla de él más que en ningún otro registro evangélico. El Felipe del libro de los Hechos es el diácono. La tradición sostiene que el apóstol Felipe predicó en Frigia.

Se dice que Simón el Zelote predicó en el norte de África y que fue martirizado en Palestina en tiempo de Domiciano, el emperador que desterró a Juan a la isla de Patmos.

La tradición ubica a Tomás en Partia y Persia, y en sus últimos años en Edesa, donde se dice que fue martirizado. Sin embargo, hay también una tradición según la cual Tomás predicó el Evangelio en la India, y actualmente hay en la India un grupo de cristianos autóctonos de ese país que se llaman a sí mismos cristianos de Tomás. Lo más probable es que las actividades de Tomás no se extendieran tan lejos.